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El divorcio puede tomar infinitas formas y derroteros, desde ser una decisión altamente consciente de dos personas que se agradecen mutuamente el tiempo y los dones compartidos, hasta ser la más purulenta de las guerras sucias.

Frecuentemente uno de los miembros se siente abandonado, frustrado y hasta maltratado, cuando el otro lo abandona. Para ellos va dirigido este bienintencionado decálogo:

1. Cuídate. Después de este shock emocional conviene reposar el cuerpo para reestablecer el equilibrio, dormir lo suficiente para reprocesar la nueva información entrante, y mimarse consumiendo alimentos de calidad sanos y nutritivos.

2. Vive tu duelo Después de la separación de un ser querido se siente dolor, culpa, rabia… ¿para qué negarlo? Es un duelo natural y sano al decir adiós a la persona amada, a los proyectos comunes, a los hábitos adquiridos en pareja, a las actividades que compartíamos.

3. Acepta. La parte abandonada de la relación puede evitar inconscientemente las emociones asociadas a la pérdida. Se vive entonces en un autoengaño alimentado de pensamientos automáticos como: “volverá”,  “nos reconciliaremos”, “es sólo una crisis”… La estrategia de la evitación bloquea el proceso de elaboración del duelo.

4. Respeta. En las parejas, a veces se fomenta la fantasía controladora de creer que poseemos al otro. Cuando este otro toma la decisión de alejarse, cuesta sentirlo como un ser independiente, con derecho a tomar su propio camino. Déjalo ir sin manipulación emocional, sin crear culpa o sentimientos de deuda. La pareja que no se funda en el terreno de la libertad acaba siendo una cárcel.

5. Atiende al compromiso con los proyectos comunes, especialmente con los hijos. Los hijos llevan a sus padres dentro de sí y son leales a ambos por naturaleza. Expresar ante los hijos el desamor de uno hacia el otro, es transmitirles desamor a ellos mismos. Para evitar conflictos de lealtad y dañar emocionalmente a los hijos, debemos aprender a comunicarnos y a amarnos como pareja de padres (a pesar de que la pareja de amantes haya terminado).

6. Evita las generalizaciones y falsas interpretaciones. Es sano cuestionar y ajustar a la realidad todo un repertorio de pensamientos automáticos que aparecen después de una ruptura, como “todos los hombres son iguales”, “yo no valgo para estar en pareja”, “si ha pasado una vez, volverá a pasar”, “soy un fracasado”, etc., porque ellos construyen creencias que repercutirán en nuestras emociones, nuestras decisiones y hasta en nuestro modo de vida.

7. Explora tus traumas de abandono. Cuando el duelo se alarga en el tiempo o se vive con emociones, síntomas, y/o conductas desproporcionadas, con frecuencia significa que se proyecta en el ex-amante a uno de los padres, precisamente aquél que nos abandonó en la infancia.

8. Evita la repetición de patrones. Toda situación perturbadora que no se resolvió en el pasado, se va deslizando a situaciones presentes, creando clichés de relación con un denominador común: el abandono.

9. Relaciónate con nuevos grupos. Después de una ruptura, es sano que los amigos de toda la vida te aporten compañía, escucha y apoyo, pero también lo es el crear nuevas redes de relaciones en las que te presentes con tu nueva identidad de “solter@”, ellos serán el espejo de nueva identidad.

10. Reconstruye tu nueva identidad. Renueva tu vestuario, emprende nuevas actividades, reforma tu casa, saca de ella lo que tenga que ver con tu ex-pareja y que hoy no te aporte nada. Para dejar bien cerrado el ciclo, deshazte de lo inútil, quédate con lo aprendido y ábrete a incorporar ahora mismo todo aquello que enriquezca tu vida.

Por muy traumática que sea la ruptura, cuanto antes se acepte la realidad, menos probabilidad habrá de que el dolor se enquiste en sufrimiento.

Aceptar no significa rendición ni conformismo. Abandono la batalla por lo incontrolable y empleo la energía disponible en seguir caminando.