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Escuela Gratuita de Tarot Iniciático

EL TAROT EN POEMA

A continuación puedes ver el ejercicio realizado por Alejandro Jodorowsky en la Escuela Gratuita de Tarot Iniciático, que transmite por su canal Facebook.


EL TAROT EN POEMA: EL ERMITAÑO

No me digo inútil, no me digo parásito, no me digo intruso,
alzo mi lámpara en medio de la locura y la ignorancia.
Semejante a una luciérnaga mi resplandor es un llamado.
La conciencia no me sirve, es un ojo que flota en la nada.
Indiferente el mundo me expulsa hacia un futuro múltiple
donde el azar me otorga uno de sus innumerables caminos,
anillo absurdo que otorga como final el regreso al origen.
¿Si el creador se traga a su obra para qué entonces pare?
No voy, me llevan. No hago, me sucede. No elijo, me imponen.
No hablo, como un río indolente las palabras fluyen de mi boca:
no son mías, el tiempo las produce. Y este amor, este deseo,
este doloroso palpitar obedece a planes de un señor invisible.
¿Por qué sabiendo que soy una ausencia me permito sufrir por Tu
ausencia?
¿Acaso eres Tú el verdadero ser y yo una sombre? ¿Sin ti, a dónde
va la mirada?
Mi vejez es la del mundo. Sólo Tú permaneces incambiado.
Aquella lámpara que alzo es el resplandor del alma.
Cada cual destruye las ruinas del lenguaje a su manera,
veneno que se infiltra en la carne y en la sangre
para transformarnos en trajes hechos de palabras,
pájaros sin patas ni raíces, espuma que brilla
en el estallido del segundo para no dejar huella.
¿Qué resta de nosotros sino un ataúd lleno de frases?
Conceptos que disfrazan la angustia gutural del mudo
que no ha encontrado la forma de emerger
rompiendo el hueso testarudo de su frente
para ser un ángel cascabel sembrando sólo música,
alzando una linterna que nutre su luz de las entrañas.
Ir avanzando cual estopa inflamada por el cruce
de incontables destinos, larva que se esfuma
admirando la hermosura del mínimo detalle,
canto moribundo de un piélago de instantes,
ave que ha perdido todas sus plumas, ánima
que se deshace en lluvia, carne que se disgrega,
sangre convertida en cruz, pensamientos que vagan
como aromas, memoria que es melodía ambigua,
conjunto de ondas circulares entrando en la frontera
que nos separa del vacío, conciencia impersonal
que es el carbón del fuego que da vida a mi lámpara.
Que no se me pida la verdad, que se clave en mis pies
y mis manos la terrible belleza, la incisiva soledad
hija del resplandor perecedero, invisible diamante
que nos fascina solamente por sus brillos,
felicidad fugaz que da sabor al ojo eterno,
luz castrada de esperanzas que se vierte
en la obscuridad de la infinita catacumba.
Obscuridad fluida que se hace letras y números,
creando, preservando, transformando, sin buscar
futuros horizontes. Caminando hacia dentro
vuelvo a mi propia fuente. Aprendiendo a callar
encuentro en mí mismo lo que ha sido olvidado.
Más profundo que el abismo secreto que se abre
en el fondo del último averno, más discreto
que el manto de tierra que cubre al pan caído,
más prudente que los pasos de un felino negro,
más generoso que un rey vestido de mendigo,
más verdadero que los huesos de un profeta,
paradoja de la totalidad, testigo errante,
amortajada en mi espalda viaja la muerte.
El mundo entero es un conjunto de nubes.
Ni la gloria ni el poder logran atarme.
Sólo me pueden robar lo que no es mío.
Más nada tengo: tú eres todo lo que yo soy.
Y unidos somos la soledad de Dios.
Dejar lo seguro por lo incierto, sembrar mi silencio
en los cuatro rincones del mundo, encender una luz
en el corazón de la sombra, subir de la presa al alma
hasta que mi fervorosa carne caiga en pétalos
y que tan sólo mi lámpara, estrella interior,
centro ardiente de la esfera negra, sobreviva.
Aníbal Morales Rivera

Explorador, investigador y practicante desde hace más de 18 años de una vía de trabajo que integra el autoconocimiento, el emprendimiento y la innovación social. Soy ingeniero, máster en educación, emprendedor y apasionado por el crecimiento personal y la innovación.