Apuntes de Metagenealogía
LA MUERTE EN EL ÁRBOL GENEALÓGICO
Este apunte es parte del proyecto “Metagenealogía Sin Fin“. Corresponde a una publicación elaborada por Carmen y Paco del blog Plano Sin Fin.
Cuando alguien nos pregunta sobre la edad a la que creemos que vamos a morir, casi inconscientemente respondemos con una cifra que en bastantes ocasiones corresponde a la edad que tenía uno de nuestros padres cuando falleció.
Desde ese punto de vista, la edad en la que murieron nuestros padres se convierte en una trampa peligrosa para nuestra vida. Por un absurdo sentido de fidelidad no nos permitimos vivir más tiempo del que ellos tuvieron. Debemos desprogramar esa bomba de relojería cuanto antes investigando la forma en la que murieron, tomando consciencia de ello para no repetirlo.
La literatura de algunas latitudes consigna el capítulo octavo de los libros a temas considerados tabú por la sociedad, como lo son el sexo y la muerte. La astrología asocia este sector de la carta con todo lo que está relacionado con la muerte: las herencias, los legados, las antigüedades.
Incluso el tipo de muerte y las causas que conducen a la misma. Sin embargo, destacados astrólogos nos informan que la muerte es algo que cae fuera de toda posible previsión. La carta natal es una carta de nacimiento, algo que no debemos olvidar.
Cuando preguntan a Alejandro Jodorowsky qué es lo que le preocupa, responde que nada, porque sabe que se va a morir. Añade que aunque su mente está dispuesta, su cuerpo nunca lo estará y se debatirá hasta el último momento. Dice que lo que nos mata es el ego. Partimos pues de la premisa de que somos inmortales en cuanto a espíritu y mortales en cuanto cuerpo.
Recordemos el cuento en el que las esperadas últimas palabras del sabio en su agonía, fueron: “¡No quiero morir!”.
Si el nacimiento imprime carácter, la muerte descubre su caricatura. El sabio Jung escribió que “la vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir”.
Analizar las causas de muerte de nuestros ancestros nos permite descifrar información sobre las circunstancias vitales de los mismos y sobre su psicología. Es descodificar la lengua secreta de lo no- dicho y por lo tanto que permanece latente, pero inaccesible a nuestras posibilidades de recuperación del recuerdo. Recordemos que conocer nuestro árbol genealógico es conocernos a nosotros mismos, llave para la transformación y la sanación.
¿Qué pone fin a una vida?
Dice Alejandro Jodorowsky que muchas personas se encuentran bien dentro de su sufrimiento. Si su calvario terminara su vida perdería el sentido. Desde su niñez se acostumbraron a perder y a fracasar, aprendieron que la vida es una dolorosa trampa de la que sólo se liberan muriendo.
Observemos qué tipo de enfermedades acabaron con nuestros ancestros y que pistas podemos encontrar en ellas para saber que hay que sanar en nuestro árbol:
• Una enfermedad mortal: toda enfermedad tiene su raíz en un conflicto, en un trauma, en una prohibición. El cuerpo nos envía un mensaje para que lo resolvamos mediante la enfermedad o el síntoma. La muerte es un fracaso de una consciencia que no alcanzó a entender esa llamada de socorro. Ejemplo: Morir de un infarto, es morir por falta de amor.
• Un accidente mortal o un suicidio: Consideremos que un accidente es un suicidio encubierto, aunque sea duro de asimilar. Tomar la decisión de despedirse de la vida es la mayor huida a una situación desesperada, cuando ya se han agotado todos los recursos o cuando se carece de ellos. Pueden existir graves problemas psicológicos detrás, pero también, cuando en el embarazo los padres transmiten al feto su deseo de abortarlo, si éste llega a nacer, estará toda la vida tentando la muerte, hasta que la encuentre.
• Un asesinato: Morir asesinado, es el extremo máximo del extremo masoquista de la relación sádico-masoquista. Puede que el extremo sádico lo represente un enemigo de guerra, un terrorista, un mafioso, un loco o la propia pareja, todos ellos no serán otra cosa que la proyección de su propio yo violento que ha ganado la partida.
• También se puede morir con muchísimos años… “de viejo”: La longevidad podría ser síntoma de que se ha alcanzado un nivel de consciencia superior a los de los demás miembros del árbol. En la actualidad, podemos preguntarnos, ¿muchos de los que superan los cien años han crecido en el espíritu?.
La sanación del árbol pasaría por darnos lo que a ellos le faltaron. Lo que me doy, amor, aceptación, alegría, etc., se lo doy al árbol.
También podemos preguntarnos qué seremos después de muertos… Según Alejandro Jodorowsky, podemos vernos como un viejo de mil, diez mil o treinta mil años… Como si tuviéramos los rasgos de un ser eterno. Sobrepasando la muerte, como un ser colectivo que seremos, integrados a la vida universal.
Gurdjieff decía que “El que no se crea un alma, vive como un puerco y muere como un perro”.