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Escuela Gratuita de Tarot Iniciático

LA VOZ DEL TAROT

A continuación puedes ver el ejercicio realizado por Alejandro Jodorowsky en la Escuela Gratuita de Tarot Iniciático, que transmite por su canal Facebook.


Y SI LA TORRE HABLARA

«Soy el Templo: el mundo entero es un altar que sacralizo. Mi existencia, como la vuestra, demuestra con cada latido de corazón que el mundo es divino, que la carne es una celebración viva, y la vida una construcción incesante.
Conmigo conocéis la alegría, que es la llave de lo sagrado. Soy la vida misma, la transformación y la reconstrucción, la llama y la energía de lo vivo, de toda la materia y de todo el espíritu. Si queréis entrar En mí, tendréis que alegraros, echar al fuego los caprichos infantiles en la tristeza y el miedo, y preguntaros a cada despertar: “¿Qué fiesta es?” Soy la alegría cataclísmica de lo vivo, el permanente imprevisto, la maravillosa catástrofe.
Una corona defensiva me alejaba del mundo. Un tapón de antiguas palabras obstruía mi mente, y nubes de sentimientos cristalizados momificados, petrificados, impedían que surgiera la luz de mis latidos. Un manto denso de deseos que transformaban mis formidables ganas de vivir en carcelero. Era carne sin Dios, consumiéndose en las llamas de su propia existencia, mi Yo convertido en prisión.
Despreciándome, aislándome, creyendo defender un territorio interior que sólo me perteneciera a mí, ¿qué era yo en la oscuridad de esta Torre? ¿Amo de qué? ¿De qué parecer, de qué falsa identidad?
Sólo era el aire enrarecido de una oscuridad egoísta.
Y, de repente, desde dentro y desde fuera surgió la fuerza innominable, el amor que sostiene la materia. Mi cima se abrió, mis cimientos también. Las energías del cielo y de la materia, uniéndose, me atravesaron como un huracán. Conocí el fuego del centro de la tierra, la luz del centro del universo. Recibí el eje universal, vibrante, dejé de ser Torre: fui canal.
Entonces estalló la alegría de la unión. Lo alto era lo bajo, lo bajo era lo alto. Como una hormiga reina, empecé a engendrar seres alegres. Dios estaba en mí, y yo, sin ser Dios, era materia en adoración. Sabía que podía estallar, que cada uno de mis ladrillos cruzaría el infinito como un ave. Sabía que todo lo que había estado encerrado en la materia brotaría a través de mí. Yo era el pilar central de una danza cósmica, era sencillamente el cuerpo humano en plena recepción de su energía original.»
Aníbal Morales Rivera

Explorador, investigador y practicante desde hace más de 18 años de una vía de trabajo que integra el autoconocimiento, el emprendimiento y la innovación social. Soy ingeniero, máster en educación, emprendedor y apasionado por el crecimiento personal y la innovación.