GLOSARIO

ABUSO EN LOS CUATRO CENTROS

El abuso produce un bloqueo en las energías de una persona: Dependiendo del abuso, este puede ser intelectual, emocional, libidinal o corporal.

Los abusos se pueden repetir de una generación a otra: La persona que ha padecido algún abuso, cuando es adulta, tiene tendencia a repetir el abuso porque continúa inconscientemente marcada. Pero sucede que un abuso en un determinado centro induce un abuso en otro centro diferente: 

• • Una persona que hubiera sido golpeada y humillada físicamente puede inclinarse por la violencia verbal y abusar intelectualmente de los niños. 
  • Algunos padres que han abusado sexualmente de sus hijas no habían sufrido jamás abuso sexual alguno, pero sí se habían visto privados de toda forma de ternura o de amor en su infancia y no habían conocido la proximidad afectiva hasta llegar a la edad adulta, en su sexualidad. Ese abuso emocional produce después un abuso sexual, porque ante la ternura de una niña esos hombres marcados por una ignorancia afectiva profunda reaccionan por medio de un deseo sexual irresistible.

Abuso Intelectual

• • Recibir ideas que no te sirven: El abuso consiste en introducir en el niño/-a conceptos que fueron útiles en otra época pero que ahora se han convertido en caducos (por ejemplo, morales religiosas antifeministas, racistas o ancladas en prohibiciones pasadas con la que el clan familiar se encuentra relacionado). Las ideas recibidas pueden seguir estando activas durante toda una vida, aunque esos conceptos van a entorpecer el espíritu del niño sin servirle jamás para nada. 
    • Toda idea debe ser atendida según la época y el lugar en que es transmitida y según la persona que la transmite.
    • Los conceptos cambian según la clase social, el clima, el género, la orientación sexual, etc., que los formulen.
    • Ciertas creencias de base son presentadas como generalizaciones, pero en realidad a donde remiten es a una ideología derivada de una época dada
  • Inculcar creencias a niños de corta edad: Las Juventudes hitlerianas cometieron un abuso intelectual de enormes dimensiones al inculcar el nazismo a niños de 6 años, el mismo que, aunque sea de buena fe, cometen algunas comunidades denominadas «espirituales». Este tipo de educación es tan frecuente que se puede decir que los abusos intelectuales comienzan desde el mismo nacimiento, en la guardería, o en el colegio, para proseguir a lo largo de toda la escolarización del niño/-a.
  • Poner etiquetas: El abuso intelectual se puede comparar con una etiqueta que se incrusta en el cerebro y que produce una gran rigidez mental: «Si yo soy un hombre, debo pensar como los hombres, y si soy blanco tengo que pensar como los blancos». La base de este abuso identitario consiste en confundir a una persona con sus actividades, su estatus, incluso con algún error que hubiera podido cometer una vez en su vida: «Ése es médico, ése otro es un imbécil, aquél es un ladrón, etc.».
  • Utilizar la palabra como arma: existen abusos intelectuales propios de una familia en particular: insultos, críticas, violencias verbales y todos los demás casos en los que la palabra es utilizada como un arma. Si los golpes físicos dejan heridas en el cuerpo, las palabras pueden también herir el espíritu, y de una forma mucho más perdurable todavía.
  • Intelectualizar a niños pequeños: Inversamente, y con la mejor intención del mundo, los padres que pretenden hacer de su hijo/-a un genio o un superdotado imponiéndole ciertos aprendizajes invasores y muy precozmente, lo que están haciendo en realidad es cometer un abuso. Así, se puede ver a algunos padres blandir delante de sus hijos pequeños álbumes ilustrados con el fin de hacerles aprender vocabulario, cuando los niños apenas si han comenzado a hablar, o imponer a esos mismos pequeños el aprendizaje precoz de una lengua extranjera. Consecuentemente, el niño no dispone de tiempo para jugar, de explorar su propio proceso de prueba y error, y se encuentra literalmente invadido por la formación intelectual de sus padres. Y una situación así puede llegar a provocar dislexias o bien una gran agilidad intelectual, pero aparejada a una angustiosa falta de confianza en sí mismo.
  • Matar la curiosidad: Por otra parte, para que el espíritu de un niño/-a se desarrolle sanamente, es esencial dejar que explaye su curiosidad. Los padres o los hermanos mayores cometen un abuso frecuente cuando rechazan o juzgan las cuestiones que les plantean los más pequeños. Respuestas como «¡Tú no tienes por qué saber eso!» o «¡Déjame en paz y no me hagas tantas preguntas…!» son otras tantas agresiones que enmascaran una absoluta perplejidad, una falta de disponibilidad o la repetición de un esquema de abusos vivido por el propio progenitor.
  • El menosprecio: Igualmente, es conveniente respetar al niño/-a y no menospreciar el nivel de desarrollo intelectual en el que se halle, en vez de tratarle de imbécil o de burlarse porque, por ejemplo, su pronunciación o su sintaxis no son precisas todavía. Cuando los hermanos mayores sienten celos de los menores, en algunas ocasiones intentan aplastarlos intelectualmente, por lo que los padres deberán vigilar atentamente para impedir que esa rivalidad se convierta en un abuso.
  • Mentiras y promesas no cumplidas: Crean una notable falta de confianza en la palabra dada.

Abuso Emocional

• • No ser amado: Los abusos emocionales más graves están vinculados a la falta de cariño de los padres hacia sus hijos. Cuando se proyectan sentimientos negativos (odio, ira, celos) sobre un niño se produce un cortocircuito psíquico. El niño/-a no puede aceptar (ni «metabolizar» psíquicamente) el hecho de que el progenitor al que quiere sin reservas es incapaz de devolverle ese amor, y se construirá un sistema de defensa psicológica fundamentado sobre su propia culpabilidad: no me quiere porque yo soy esencialmente malo. El sufrimiento de saberse «inútil» o defectuoso es mucho menos insoportable que el hecho de no ser querido, porque el niño puede entonces imaginar que, a costa de un esfuerzo o de un cambio radical, él podrá algún día obtener el amor de sus padres.
  • Ser abandonado: Todo abandono es un abuso. Además del abandono literal, toda situación en la que los padres priven al niño de su tiempo y de su compañía confiándolo a otras personas es, asimismo, abusiva. Incluso cuando esas personas (familiares próximos, abuelos o cuidadoras) se comporten con el niño con una gran ternura, el resultado es patológico porque el niño busca ante todo la proximidad de sus padres.
  • No tomar leche de su madre: Para un niño/-a, resulta traumático mamar de un biberón o del pecho de otra mujer distinta de su madre. La leche no es la misma, los senos tienen consistencias diferentes. El instinto animal del bebé exige el pecho materno dado con amor.
  • Preferencias de los progenitores: La mayor parte de los abusos, en las familias aparentemente «normales», proceden de las preferencias de los padres. Desde el momento en que un hijo/-a es ostensiblemente preferido/-a a los demás (por razón de su sexo, por afinidad o parecido con los padres, porque está enfermo, es más débil o más pequeño, etc.) se está corriendo el riesgo de crear un abuso emocional. No se trata, evidentemente, de uniformizar el amor que se profesa a los hijos, pero en el caso de existir alguna preferencia será urgente detectarla para, conscientemente, equilibrar la forma en que se trata a unos y a otros hijos.
  • Chantaje afectivo: Todo chantaje afectivo es, igualmente, un abuso. El niño/-a tiene necesidad de ser amado por sí mismo y no como recompensa por sus acciones. Todas las actitudes del tipo «Te querré mucho si eres bueno, y no te querré nada si eres desobediente» o «Te quiero mucho porque te portas bien en el colegio» son chantajes que conducen al niño a sentir que debe ganarse o comprar el amor de sus padres.
  • Por mensajes equívocos: Otro abuso emocional consiste en no verbalizar los cambios de humor y las causas del estrés y tomar al niño por sorpresa, o bien rechazar comunicarse con él: por ejemplo en el caso de una mudanza o de un duelo, también en el del nacimiento de un hermano pequeño, es esencial comunicarse con el niño, prestar atención a sus sentimientos. Decir a un huérfano/-a «Tu mamá/papá se ha ido de viaje» es un abuso intelectual, porque es una falsedad, pero al mismo tiempo y sobre todo es un abuso emocional, porque se obliga al niño a esperar el imposible regreso del fallecido y a perderse en conjeturas sobre las razones de ese abandono.
  • Por opiniones negativas: En el momento de la adolescencia, las intervenciones de los padres en las relaciones afectivas de los hijos deben ser muy mesuradas. Obligar a un hijo o a una hija a casarse en contra de su voluntad es, evidentemente, un abuso emocional y sexual de la máxima importancia, pero criticar sin matices a los amigos o las amigas de esos hijos es, igualmente, abusivo.
  • Ocultar padres (para adoptados): Ocultar a un niño/-a que su padre no es su padre, o que sus padres lo adoptaron, está íntimamente vinculado tanto con el abuso emocional como con el abuso sexual. De hecho, se llega a tocar el tabú del incesto. En el momento en que aquel niño/-a ya adulto descubre la verdad, se da cuenta de que todos los gestos de ternura, todos los impulsos de amor que experimentó hacia aquellas personas con las que se creía vinculado por lazos de sangre iban, en realidad, destinados a un hombre o a una mujer con los cuales la prohibición del incesto no tenía lugar de ser. Y esto puede crear una perdurable confusión entre amor y sexualidad.
  • Por cargar con sentimientos que no le corresponden: Pedir a un niño/-a que asuma los problemas emocionales de sus padres, como si fuera un adulto capaz de dominar su propio desconcierto, su aflicción o su sentimiento de abandono es, igualmente, un abuso grave. En los casos de divorcio, por ejemplo, se produce el abuso cuando los padres trasladan a sus hijos su furia contra el cónyuge del que se están separando y su necesidad de ser queridos.
  • Por obligar a tomar partido: En las peleas de pareja, obligar al niño/-a a tomar partido es un abuso emocional grave. Por regla general, lanzar sobre un niño la ira que se siente contra el cónyuge es abusivo: puede ser el caso de los niños nacidos de una «violación conyugal» o simplemente de un matrimonio entre personas que no se aman.
  • Por ausencia de comunicación: La ausencia de comunicación emocional, motivada por la indiferencia o por un bloqueo no resuelto por parte de los padres, es un abuso mayor, aunque silencioso aparentemente.

Abuso Sexual

Es el acto por el cual un adulto obliga a un niño/-a o adolescente a tener una experiencia de dicha naturaleza antes de tiempo, y/o impedirle tener dicha experiencia en el momento justo. En todos los casos, el abuso lo producen los padres o adultos que ven en el niño/-a o en el/la adolescente un objeto sexual, pasando o no al acto sexual en sí mismo. La definición de abuso sexual abarca un ámbito muy extenso: abuso sexual puede ser todo gesto o comportamiento susceptible de menoscabar el normal desarrollo de la persona.

• • El abuso sexual puede consistir en una violación o en una seducción, con o sin dolor, con o sin placer. Ocurre, asimismo, por miradas y gestos aparentemente inofensivos (entrar en el cuarto de baño cuando el niño/-a se está lavando, espiarlo, mostrarle fotografías pornográficas) o por las palabras (como imponer al niño confidencias sexuales). Y la prohibición y la culpabilización de la sexualidad son también abusos: los padres que vigilan y castigan la masturbación son padres abusivos. Todo abuso de esta naturaleza revela que los adultos ven al niño como un objeto sexual y no como un sujeto sexuado.
  • Es preciso resaltar que el abuso sexual en el marco familiar carece, frecuentemente, de rasgos violentos y se puede comparar con una seducción. El niño/-a al que le falta atención y cariño se aferra a ese intercambio porque, muy a menudo, es la única relación estrecha que puede mantener con los adultos de su entorno. Y ello le conducirá a sentirse cómplice y culpable del abuso o del secreto que pese sobre dicho abuso. 
  • Por otro lado, todo abuso sexual engendra una insatisfacción duradera: el niño/-a sometido a una relación de este tipo espera siempre un amor que el adulto no le dará. Él o ella se arriesgan a reproducir –en su vida futura– las circunstancias de abusos similares, esperando interminablemente el mismo amor que ellos no tuvieron durante su infancia.
  • Por ausencia de padre: En la relación entre madre e hija, el abuso sexual puede provenir de una ausencia del padre. Y será él precisamente quien deba establecer las diferencias, cortar el vínculo simbiótico entre madre y niña e informar debidamente a su hija: «Tú no eres el espejo de tu madre. Tú eres tú». Cuando ha faltado el padre –por una ausencia, un divorcio o un fallecimiento– es frecuente que los amantes de la madre se vean tentados a convertirse también en amantes de la hija, como si ambas compartieran con él un solo cuerpo, una sola sexualidad. En tal caso, y tal como lo entendemos nosotros, los responsables del abuso son en realidad tres: el amante adulto que seduce a la hija, la madre que descuida su vigilancia y acepta tácitamente la simbiosis y el padre, por su ausencia.
  • Por hacerle confidente de su vida sexual: De igual forma, cuando un padre o una madre utiliza a su hijo/-a como confidente de su vida sexual establece con el niño un vínculo incestuoso.
  • Por infravaloración de sexo opuesto: Infravalorar abiertamente todo lo femenino delante de una niña pequeña o lo masculino ante un niño, supone asimismo un abuso sexual, dado que se le impone al menor una visión negativa de su propia identidad sexual, lo que le habrá de llevar a reprimir cualquier expresión de su femineidad o de su masculinidad.

Abuso Creativo

Consiste en impedir al niño/-a soñar y desarrollar su talento, o también y por el contrario el que implica imponerle una práctica artística rígida y tenerle sometido permanentemente a la crítica.

• • Por ser diferente: Consiste en impedir a una persona desplegar todas sus capacidades, cualesquiera que éstas sean, e imponerle proyectos o un destino dictados por un limitado nivel de conciencia del árbol genealógico. Los seres humanos tienen talentos muy diversos y, sin embargo, uno de los errores más recurrentes en las familias es pensar que todos deben tener los mismos talentos, de forma que cuando un niño/-a es diferente es habitual que sea tratado como un tarado o un traidor, viéndose excluido del clan.
  • Por imponerle un talento: Pero, a la inversa, imponer a un niño/-a el estudio de un arte o de un instrumento musical en particular, o enfrentarlo a un modelo de competencia normativa sin permitirle desarrollar su propio gusto por la belleza, supone también un serio abuso: se busca extirpar el talento natural del niño para convertirlo en un pequeño genio cuya realización sirva, sobre todo, para satisfacer la sed de llamar la atención de los propios padres. Ningún niño puede comportarse como un artista completo antes de haber alcanzado su madurez psicológica.
  • Por no prestarle atención: La falta de atención, de escuchar debidamente al niño, puede desembocar en un abuso creativo. Cada niño/-a es una criatura aparte que deberá pasar por su propio proceso de prueba y error, de descubrimiento. 
  • Por imponerle un ritmo: Forzar el ritmo de un niño, presionarlo o ralentizarlo, constituye siempre una intrusión en la formación de su propio genio.
  • Por imponerle criterios estéticos: Es igualmente importante dejar que desarrolle sus propios gustos (por ejemplo, permitiendo que se vista o decore su habitación de la forma que más le plazca) y sin criticarle por ello. La relación con la Belleza es íntima y particular, y es un error que puede llegar a convertirse en abuso imponer al niño/-a los criterios estéticos propios.

Abuso Material

• • Por miedo a los golpes: Golpear a un niño/-a e inculcarle el miedo a los golpes, educarlo por medio del terror marcará significativamente la relación del menor con su propio cuerpo. 
  • Por menosprecio de su apariencia: Igualmente, las burlas relacionadas con su apariencia física, su peso, el color de su piel o sus rasgos supone también un abuso. 
  • Negar unicidad: Querer o detestar a un niño por su parecido con otros miembros de la familia implica negar el carácter único y precioso de su existencia como persona. 
  • Por imponer corte de pelo o ropa: En apariencia, hechos tan anodinos como cortarle el pelo en contra de su voluntad o imponerle una ropa que le es incómoda, puede representar asimismo un abuso.
  • Por mala alimentación: Con respecto al plano de su nutrición, el hecho de alimentar insuficientemente o de sobrealimentar a un niño/-a es un comportamiento abusivo, al igual que lo es forzarlo (por medio de amenazas, castigos o golpes) a comer alimentos que él deteste.
  • Por no darle espacio solo: Todo niño/-a tiene derecho a tener su espacio y su tiempo para él solo, y no estar en un rincón vigilado: el hecho de que el niño tenga que compartir el espacio con los demás y se sienta permanentemente invadido representa, también, un abuso. 
  • Por no darle territorio de referencia: Encerrar a un niño, impedirle conocer el mundo, o incluso todo lo contrario –llevarlo de un sitio a otro– son comportamientos abusivos en el sentido de que no respetan la necesidad que tiene toda persona de disponer de un territorio de referencia, a la vez que de mostrarse capaz de abrirse al mundo.
  • Por adoptar conductas tóxicas: Los padres que adoptan ante sus hijos conductas tóxicas y autodestructivas (como fumar, drogarse, beber en exceso) son, en realidad, padres abusivos.
  • Por exponerle al dolor excesivamente: Cuando el niño/-a está enfermo o tiene necesidad de cuidados, el padre/madre que lo expone excesivamente al dolor o a la angustia es un padre abusivo: el hijo debe sentir que puede recuperar la salud en una atmósfera protegida.
  • Por tratos injustos: Por regla general, el abuso físico depende también de la forma en que las cosas se comparten en el seno del hogar familiar. El niño/-a no tiene necesidad alguna de ser tratado como un rey o una reina, pero sí de ser tratado de una manera justa en relación con las condiciones de vida de otros miembros de la casa. Si alguien se beneficia de su debilidad para tratarlo ostensiblemente peor que a un hermano mayor o que a un benjamín, cualesquiera que sean las condiciones de vida –incluso en el seno de una familia muy rica–, el niño conservará la impresión de que le han estafado y han abusado de él. Numerosas disputas por herencias en las grandes familias empresarias tienen su origen en aquellas desigualdades infantiles, hasta el punto de que un imperio financiero llegue a derrumbarse a causa de abusos pasados que han marcado a la hermandad.